El mundo en el oído

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Ramón Andrés
El mundo en el oído. El nacimiento de la música en la cultura.

el ay de nay, la flauta arrancada

Al lado de la fábula arcádica de Pan, la mística islámica recoge una creencia según la cual el quejumbroso sonido de la flauta se debe a la añoranza que siente el tallo por el cañaveral del que fue separado, de igual manera que el lamento de una voz indica la pesadumbre de un alma errática y desapacible por haber sido alejada del cuerpo. La fuente de esta tradición es con probabilidad un célebre poema del místico persa Djalal al-Din al-Rumi (1207-1273), ‘El llanto de la flauta’ (nay), en el cual se determina que «lo separado», «lo arrancado», siempre aspira a volver al hontanar del que salió. Todo busca la unión.

la noche es más sonora que el día

En torno a la reflexión de «por qué la noche es más sonora que el día», y retomando la explicación epicúrea, Plutarco teorizó que la quietud nocturna favorecía la propagación de los sonidos y que la agitación del día la entorpecía: el día es como una vasija llena, no resuena, como tampoco la piedra y el oro, pero no así la noche, que está vacía y es semejante al bronce, que es «sonoro y parlero». Bajo la luz del Sol el aire se mueve con superior fuerza, de manera que no permite que la voz, esparcida, llegue bien «articulada y conformada al sentido», y puesto que la noche apenas tiene movimiento y el viento está en calma, nos envía el sonido «sin romper nada». Cuando la voz se trenza, habla con propiedad.

la bipedación, ¿origen del ritmo?

Schaeffner (…) en su discurso del tratamiento de los diferentes aspectos del ritmo, decía que éstos responden a una forma de oposición de los gestos, los movimientos y los sonidos con el propósito de conseguir una «codificación de lo que se mueve», de suerte que la danza podría considerarse una manera de control de la realidad exterior. Otros (…) como Mithen, sostienen que el ritmo bien pudo deberse originalmente a la propia acción que conlleva la bipedación: el balanceo y la tendencia a buscar el centro posicional, la necesidad de nivelación de pesos que tiene el cuerpo erecto (…) la relación entre la bipedación y los sonidos emitidos con la voz, más o menos acompasados, más o menos cadenciosos, como son los proferidos por quien jadea.

oír es ansia

Oír, escuchar. Nos hallamos ante dos procesos distintos. Marco Terencio Varrón (116-28 aC) memora en su obra la sentencia de Ennio (239-169 aC): «oigo, pero no escucho» (Audio, haud ausculto), y apunta que auris, oreja, viene de aveo, esto es, desear ardientemente, y de ahí aviditas, avidez. Quizás la música sea la respuesta a esa ansia, el afán de conciliar y armonizar los elementos que recorren discordantes el Caos.

«El sonido es el movimiento de lo inmóvil»

[Giacinto Scelsi]

 

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